6.11.2009

Una Rosa en el Mediterráneo


Cualquiera que llega a Barcelona no puede sino dibujar una sonrisa en su rostro.

Yo tenía una de oreja a oreja luego de mis primeros 25 minutos en ella… pero el dibujo cambió radicalmente cuando a unos metros de mí, en la Rambla del Mar una mujer llamó mi atención.

Tenía como 60 años, vestía bien. No sé cuánto tiempo llevaba ahí antes de mi arribo; a las 10:30 de la mañana, se levantó de la banca donde estaba sentada, sacó una rosa de una bolsita, la besó y la arrojó al mar… Inmediatamente después agachó la cabeza y se persignó.

Yo la miraba helado y mientras ella caminaba de vuelta a la ciudad mil ideas pasaron por mi cabeza con respecto a la flor que acababa de tirar al Mediterráneo… ¿su esposo? ¿algún hijo? No lo sé, pero emanaba tal dolor que me resultó imposible no conmoverme.


Apenas dio unos pasos sobre el puente que une la Rambla del Mar con el monumento a Colón y se detuvo… Pasó como 5 minutos observando la flor que flotaba sobre el agua, amenazada con ser víctima de alguno de los cientos de peces que se comen cualquier cosa que se posa sobre su hábitat, aunque esta no fue la ocasión.

La flor estuvo a la deriva el tiempo suficiente para que la mujer caminara un poco más, cruzara el puente y de pronto se decidiera a sentarse de nueva cuenta, ya del otro lado. Ahí, impasible, vio como la rosa en lugar de irse alejando del puerto, empezó "a seguirla".

Sin dar crédito, la señora se levantó, se acercó a la orilla y al ver que la rosa prácticamente estaba a punto de tocar el borde del continente, se llevó la mano a la cara, se dio media vuelta y se alejó rápidamente.

Medio minuto después, la mujer se perdió entre la multitud de felices visitantes de una ciudad que no deja de sonreír y que, no obstante, en una soleada mañana de junio de 2009, vio bajo su cielo a dos personas que no tuvieron deseo alguno de mostrar alegría.

Unos segundos más tarde, me planté en la orilla y vi la rosa… No pude evitar enviar una plegaria a Dios pidiéndole que, quienquiera que fuera el motivante de ese gesto, estuviera bien, y que, por supuesto, le diera a esa mujer la fuerza para encontrar en su vida el consuelo para superar el dolor que seguramente lleva consigo…