5.07.2020

5 Reasons to Love "The Core"


The Transformers original animated series has 98 episodes that span from terrible to totally awesome.

Ranking them is a difficult task even if the ranking is made to oneself... Imagine ranking them to satisfy everyone's tastes. Almost impossible. This is not my intention today.

Today I would like to talk about one episode in particular: The Core and the reasons for me to think that this one is one of the greatest chapters on all Transformers animated history.

Let's go to the action, the action, then:


1. The big treason
That moment when Chip and Wheeljack activate the dominator discs and Devastator glows in yellow rays is superb, and very oportune because the combiner just had grabbed Optimus Prime. This is the best part, because here we can watch Prime's leader role on its prime (pardon the words), taking control of the situation and ordering Devastator first to put him on the ground and then attacking his former comrades. All the chaos that came after for the Decepticons really make you think that this time Megatron had blew it up biiiig time, making mistake after mistake.



2. Devastator in The Ark
What a scene to see!!! Hook helping the Autobots to fix the wounds of the battle was amazing, the interaction with the autobots and, ultimately, that funny detail of watching Devastator waiting without his head and Hook transforming into it (a forgivable mistake, because Hook is actually the entire chest of Devastator).



3. The epic of the last battle
Hell, man, there is no waste on everything that happens when the Autobots attack the drill base on the middle of the night.


As a kid, I was on the border of my seat every second, even on the commercial break after Megatron disrupts the autobot control over Devastator.
The combination of the music and the animation when the autobots land and enter the cave is so powerful... Watching Devastator running side by side with the Autobots is superb and everything that happens later... Wow.

 
4. The sacrifice
I could have dreamed all the outcomes to this episode one night before watching it for the first time and maybe what actually happened may have not come to my dreams. Despite some treacherous past actions, this time the Constructicons accepted what seemed their last orders from Megatron: trying to stop the drill would mean their final destruction and they did not hesitated.

Well, we even have that sentimental moment of farewells and thanks from each member of the team before facing certain death. The nexts seconds were pure childhood extasis: once again, the music on the background make the moment perfect, watching Devastator sacrificying himself and, at the same time, the Decepticons escapying was so classic.



When everything crushes, I remember clearly, I said "No, not Devastator, not him", thinking he was actually dead. So, imagine my reaction when he came out of the rubble triumphant.





5. The Ending
What a great way to close an incredible story than to put some optimism.
One of the things that really got me from The Transformers was that it was a different series, the good ones not always came up with victory, or at least not totally, like in The Core.

At the end, even when he was forced to put in risk his existence by Megatron and even abandoned by all Decepticons, Devastator came up being loyal to his leader... loyalty is a value not everyone practices today because maybe no one understand it anymore. Devastator gave us a leason.

But the most awesome part were the last lines Optimus Prime said to Chip when he was heartbroken by Devastator's decision to keep his loyalty to the Decepticons.

Optimus: "What's the matter, Chip?"
Chip: "I guess I thought that Devastator would join the Autobots for good, but that's just a dumb old dream."
Optimus: "Hang on to your dreams, Chip. The future is built on dreams. Hang on."

Facts about The Core
Written by Dennis Marks
It's the episode 40 on the series

It's the episode 24 on season 2
It was first aired on October 29, 1985
Wanna watch The Core? Here it is!!!
 
















3.10.2020

La cinta de micropore

Casi todas las historias de "hazañas atléticas" tienen un héroe desconocido. Esta no es la excepción, aunque el personaje tal vez sea por demás raro para el lector: se trata de un pedazo de cinta adhesiva, conocida por el mundo como Micropore.

Pero vamos por partes.

Al lanzarme a correr por primera vez el BERLIN-MARATHON, una de las cosas que dejé pendiente fue la pulserita con los tiempos parciales que quería conseguir para, al final, aspirar a una meta en cuanto tiempo.

Digamos que esa pulsera tiene apuntados cuántos minutos u horas has de sumar al recorrer cada kilómetro para saber, a la hora de contrastarlo con el tiempo que en realidad vas haciendo, si debes acelerar o tratar de bajarle al ritmo, con el fin de cruzar la meta en el tiempo que te hayas proyectado.

Históricamente, esa guía siempre ha sido un dolor de cabeza para mí porque siempre la olvido. 

Pum... ¡Flashback!
En el Maratón de New York City en 2016 tuve que apuntar los parciales en una hojita de papel que llevaba metida en una de las bolsas de mis shorts y que, invariablemente, perdí por ahí del kilómetro 33, justo al llegar al Bronx. Al meter la mano a la bolsa del pantalón y no hallar mí guía, la cual además iba cumpliendo casi al pie de la letra, me sentí huérfano de objetivos y tuve que irme a la buena de Dios... Al final valí gorro e hice como 20 minutos más de lo que tenía planeado.


Como esa puedo contar otras 5 y ni así aprendí la lección, porque una noche antes del BERLIN-MARATHON 2019 yo no tenía la mentada pulserita y eso representaba un drama. En mi descargo está que en un grupo de Facebook alguien aseguró que las pulseras las regalaban en la Expo, pero dicha info resultó falsa. El caso es que, unas horas antes de lanzarme a la línea de salida, no tenía esa guía que, como pocas veces, en esta ocasión se me hacía fundamental por razones que luego expondré.

Sin papel como para intentar lo de la nota en la bolsa, alrededor de las 0:00 horas del 29 de septiembre de 2019 vino a mi cabeza la idea de recurrir a un trozo de cinta micropore para llevar ahí mi guía... Con un poco de dificultad por la superficie en la que tenía que escribir y por el tamaño en el que tenía que hacerlo para no cubrirme el brazo entero, me di a la tarea de apuntar los parciales que soñaba hacer en cada uno de los 42 kilómetros y 195 metros que empezaría a correr 9 horas después.

De tal suerte, a las 9:00 horas en el último corral de salida sobre la avenida 17 de Junio de Berlín, un pequeño mexicano con el número 63061 en el pecho tenía pegada en su brazo izquierdo una cinta micropore con esa guía, la cual se encontraba cubierta por una manga de licra que se levantaría cada vez que hiciera falta checarla.

El plan era perfecto.

El inicio fue perfecto.

Los primeros 2 kilómetros fueron perfectos.

Pero...

Cuando aún no salía de la Avenida 17 de Junio se vino la tragedia: empezó a llover. Y no una llovizna como me tocó en 2018 en Chicago... No, señor, ahora se vino el aguacero con todo.

Mi optimismo irredento no me permitió pensar que algo podía salir mal pese a ese "pequeño inconveniente". De hecho, me aplaudí a mí mismo por haber colocado mi parche de micropore abajo de la manga. Sabía que eso la protegería lo suficiente.

Pero no fue así.


A los 7 kilómetros, apenas a los 7, de iniciado el Maratón de Berlín 2019, mi glorioso parche de micropore estaba completamente empapado.

Pero eso no era lo peor.

Pese a la manga de licra, era tal la cantidad de agua y la fuerza con la que le había caído durante más de media hora, que el parche comenzó a despegarse de las esquinas...

Pero eso no era lo peor... Con todo y que "Bic no sabe fallar", al cruzar el kilómetro 8, algunas partes de la escritura comenzaron a tornarse ilegibles.

¡Oh, no! Mi oráculo estaba condenado a fallar.

Fue simpático.

En ese momento, no me puse a pensar si mis zapatos estaban ya empapados, si me escurría agua por las piernas y se iba directo a mis calcetas o si mi gorra ya goteaba... Mi principal preocupación fue mi parche de micropore.

Entonces fue que me despojé del Buff que llevaba en el cuello y lo puse en la muñeca para tratar de proteger un poco más a mi guía maratoniano.


Además, el detalle que recuerdo con más simpatía fue que, a partir de ahí, cada que iba a checar el parcial al cruzar la marca de un nuevo kilómetro, ejecuté ceremoniosamente todo el proceso para alargar la vida de mi parche: zafaba el Buff, exprimía la manga de licra con todas las fuerzas de mi mano derecha (y con todo y el brazo izquierdo), para entonces ya descubrir el parche y checar si mi plan de carrera se acercaba, aún, al ideal que había planteado horas atrás.

Así lo realicé cada kilómetro durante los siguientes 9 hasta que caí en cuenta de que llevaba casi 2 minutos de ventaja con respecto al tiempo que podía permitirme.

Hice entonces la reflexión de que con ese colchón, tal vez podía mantener el paso y evitar checar el parche durante unos cuantos kilómetros, pensando en cuidarlo un poquillo más.

Procedí de esa manera y así me aventuré mientras el aguacero cedía un poco y nos acercábamos a la mitad de la ruta, tras la cual, perdí casi toda la ventaja que llevaba con respecto al plan, por lo que tuve que volver a checar abajo de mi manga cada kilómetro.

Justo cuando creí que el parche daría su vida antes de cruzar la meta, caí en cuenta de que a partir del kilómetro 23, todos los parciales que tenía que hacer eran múltiplos de 7, por lo que me aventuré a tapar la guía y usar como única referencia el tiempo que marcaba mi teléfono contrastado con las marcas de kilómetros en lo que quedaba de la ruta.


Sin querer, eso provocó que la última parte del maratón, esa que muchos (yo incluido en muchas ocasiones) sufren más de lo que la disfrutan, se convirtiera en un reto inolvidable: con qué emoción volteaba el teléfono al cruzar cada marca de kilómetro para ver que en lugar de 3:21, iba en 3:19, dos minutos abajo, y así durante más de 15 kilómetros.

Lo más increíble es que, pese a perder gas en los últimos kilómetros de la prueba e incluir una escala para abrazar y besar a la mujer que me dio la vida en el kilómetro 41, al final crucé la meta del Maratón de Berlín 2019 exactamente con el tiempo que había escrito sobre la cinta de micropore la noche anterior, más como un sueño que como una certeza.

Recuerdo que una de las primeras cosas que hice después de gritar con todas mis fuerzas fue levantar mi manga para ver cómo había acabado el parche y sí, ahí estaba, aún mojado, doblado en algunas partes e ilegible en otras, pero había aguantado y había sido mi guía en el mejor maratón de toda mi vida.

Por eso, ese trozo de tela adhesiva tiene para mí tanto valor como la medalla que me dieron minutos después.
Así fue como terminó mi parche de micropore, héroe y leyenda de Berlín 2019.


2.18.2020

20 Videos Musicales (con historia) que me fascinan

No Music No Life.


Ese solía ser el motto de identidad de Tower Records, una de las tiendas de discos más fregonas que haya visto (y escuchado) el ser humano.

Para mí, es una máxima de vida desde que tengo memoria. La música fue, ha sido, es y será siempre una parte importantísima de mi existencia, como seguramente ya lo habrás podido comprobar en casi todos los posts de este blog, que contienen una sugerencia musical para acompañar la lectura.
Pero para mí siempre ha habido algo más.


Desde que los videos musicales se volvieron parte de la vida cotidiana gracias en parte a MTV allá en los lejanos 80s, nuestra forma de vivir la música fue diferente para el mundo entero. Para mí no tanto, pues mi inmersión al mundo de la música vino prácticamente a la par de la masificación de los videos musicales.

Por alguna razón, quizá esa que me impulsa a mí mismo a narrar historias, que desde que era niño los videos musicales que contaban historias, tuvieran o no que ver con la letra de la canción, me capturó, me cautivó y siempre me fascinó.

Cuando pasaban uno de esos en la televisión me pegaba fascinado a ella, pues entonces no había forma de volver a verlos hasta que los transmitieran de nueva cuenta, lo cual solía tomar semanas.

Para mí era tratar de grabármelos y luego recrearlos en mi mente mientras escuchaba la canción en mi pequeña grabadora de cassettes.

No es necesario hacer más referencia al pasado porque esa costumbre que prácticamente nació conmigo, se quedó para siempre. Eso sí, es quizá ese dejo de nostalgia el que me trae a hacer este post con una colección de los VIDEOS MUSICALES CON HISTORIA que más me han gustado a lo largo de mi vida.


Rankearlos en orden de gusto me parece un ejercicio muy difícil, casi imposible, por lo que apelaré al cómodo criterio de ordenarlos cronológicamente, aunque, para hacer el ejercicio interesante, lo haré en orden inverso, para así poder hacer anexos a este post si así lo requiere la vida y para que el viaje en el tiempo vaya hacia atrás, perfecta metáfora de ir cavando en la poza de los recuerdos.
 

Sin más, vamos a revivir esas historias que cuento y canto en mi mente cuando las veo.
 

Ojalá te gusten tanto como a mí.
Disfrútalas aquí:
 


Shot at the Night

The Killers (2013)

Grandiosa historia de amor al estilo Killers, con miseria y soledad, pero con explosión, clímax y hasta momentos simpáticos en un escenario que no podía ser más apropiado para una rola de The Killers: Las Vegas, en una historia que no solo confirma aquello de que "lo que pasa en Las Vegas..." sino que además te dan una probadita de lo que vive la gente que trabaja toda la noche para que tú puedas disfrutar en esa ciudad.


Miss Atomic Bomb

The Killers (2012)


La inesperada conclusión a Mr. Brightside nos arroja una historia en la que se mezcla la animación y la acción real para darnos una obra llena de nostalgia y remordimiento... Maldita sea cada vez que nos hacemos la pregunta "¿y si yo hubiera...?"
Esto es lo que pasa en este video que es otra grandiosa entrega de The Killers.




Simple Song


The Shins (2012) 
https://www.youtube.com/watch?v=RoLTPcD1S4Q
Ningún video en este listado me gusta tanto como este. Una historia llena de simpatía, pero al mismo tiempo de una angustiosa melancolía que, tal vez sin querer, transporta a quien lo ve a esa época, lejana o cercana, en la que creció sin imaginar que esos días, felices o tristes, se quedarían grabados en la memoria y en el corazón para siempre. Lo amo.



Hello!
Martin Solveig ft. Dragonette (2010)


Desde que lo vi la primera vez, casi por accidente en un hotel de Praga, este video, y su rola correspondiente, se incrustaron para siempre en mi vida. La historia es divertidísima, súper bien filmada, con un argumento “pegajoso” y hasta con invitados sorpresa como Novak Djokovic, en el ambiente de Roland Garros. Más no se puede pedir de un video.




Jesus of Suburbia

Greenday (2005)

https://www.youtube.com/watch?v=FNKPYhXmzoE
Una película encerrada en un video musical. Un manifiesto de la frustración de toda una generación resumido en 6 minutos impresionantes. Todo el dolor, la rabia y el resentimiento que la canción transmite con sus notas fue perfectamente plasmado en una filmación oscura y sin desperdicio. Si acaso tu vida pasó por crecer en un suburbio, entenderás perfecto.



Good Song
Blur (2003)

Abominable animación, abominable historia, abominable final... increíble rola... ¿Qué mejor combinación para hacer un video memorable?

Tengo que confesar que las primeras 14 veces que vi esta chulada se me retorcieron las tripas, pero a partir de la 15 fui muy feliz, aunque se me siguen retorciendo las tripas al verlo. Obra maestra.




19/2000
Gorillaz (2001)
 

Este fue apenas el segundo video de la banda y el primerito en rompernos los ojos con efectos padrísimos para la época, además de que la historia, surreal por el escenario, nos capturó como sardinas, con los muchachos cantando mientras conducen a toda velocidad en una carretera suspendida en la nada. El final es hilarante.

 


Cartoon Heroes


Aqua (2000)

Una de las rolas más pegajosas que he escuchado en mi vida no solo vino en un momento en que el solo recuerdo alegría en mi vida, sino que trajo consigo un video divertidísimo sobre la invasión de un pulpo gigante que destruye las principales ciudades del mundo (¿cómo rayos llegó a París?) hasta que los héroes de caricaturas aparecen y el resto hay que verlo. Me fascina este video, me fascina la rola, me fascina los recuerdos que me traen ambos.




Learning to Fly

The Foo Fighters (1999)



La rola me marcó de por vida y el video no deja de hacerme reír cada que lo veo. Los Foo Fighters en todos los papeles posibles hacen de esta clásica aventura aérea en la que los Foo salvan a un vuelo de valer gorro, una comedia imperdible y divertidísima en la que hasta Jack Black es simpático (y eso ya es decir mucho).



Coffee and TV


Blur (1999)

Todo un clásico para quienes se jactan de ver videos musicales, la historia de "la cajita de leche" que busca a un irresponsable músico que deja a su familia es una entrañable odisea de un pequeño personaje que cruza la ciudad sorteando cualquier cantidad de aventuras hasta cumplir su cometido y finalmente obtener la mejor recompensa a la que cualquier ser vivo, o cajita de leche, puede aspirar en esta existencia.
Es hermoso.  






Body Movin'

The Beastie Boys (1998)





Muere de risa cada segundo de uno de los videos más tontos (que ya es decir mucho) de los Beastie Boys. Parodia simpatiquísima de James Bond, esta pieza tiene de todo al ritmo de una de las rolas más locas de Hello Nasty, con el inconfundible estilo de los Beastie, aunque ahora no solo se la pasan correteándose.
Advertencia: en este video hay sangre, decapitaciones y finales inesperados, pero deliciosos.


Special


Garbage (1998)
 

Una de naves espaciales para acompañar una de las más chidas canciones de Garbage. Aunque la historia es como un videojuego sin que en realidad pase mucho, la épica batalla en la que Shirley Manson nos demuestra que puedes pilotear un caza espacial con las uñas largas tiene mucho de entretenido y, aunque dejó unos puntos suspensivos que jamás encontraron secuela, al menos nos invita a pensar cómo pudo continuar la historia y con qué rola...


Bittersweet Sypmphony


The Verve (1997)



No cuenta nada pero a la vez narra todo. Este video no necesita presentación porque su sencillez lo hizo un clásico, pero en ningún momento es simple. Retrata con cierta crudeza la indiferencia que la sociedad ya mostraba a niveles superlativos en la época en que fue lanzado, haciéndose tristemente universal para cualquier etapa de la humanidad moderna.


A Matter of Trust


Billy Joel (1986)



Buena música, día caluroso, mucha gente, New York City: los ingredientes son suficientes para una pequeña historia que raya en lo soberbio, porque no puedes dejar de verla, pero cuesta trabajo pues las ganas de bailar son increíblemente contagiosas. Estampa de la época en que fue hecho, este video es además una pieza de historia. No le faltan detalles para reír, como la señora que grita "Shut up!" y no diré más para no arruinarte el final si es que no lo has visto.
 


Your Love


The Outfield (1986)
 

Aunque está a nada de no entrar en la categoría, este video tiene un lugarcito especial en mi corazón no por lo lento con que se mueve la narración del flirteo entre el vocalista de The Outfield con la "autora" del arte de la portada de Play Deep, sino por la única y sencilla razón de que la secuencia final me pareció soberbia, por la manera en que se movió la cámara y por los sentimientos de nostalgia que se disparan apenas la protagonista pisa la calle. Lo amo.





Papa Don't Preach

Madonna (1986)




A lo largo de su longeva carrera, Madonna ha hecho decenas y decenas de videos, pero casi ninguno cuenta una historia y ninguno la cuenta como este. La historia es muy sencilla, pero va muy de la mano con la letra de la canción y el ritmo del mismo es una chulada. Mención para el intro del video con imágenes de New York a la par de la música y aplausos para la secuencia final, soberbia para su tiempo.




Stuck with You


Huey Lewis and The News (1986)

https://www.youtube.com/watch?v=J08ZwySCoJ8
Divertidísima historia para una "feel good song" como hay pocas. Es una pequeña película atrapada en un video, con la clásica historia de los náufragos pero llevada a una dimensión distinta y sorpresiva con el objeto de darle a la canción y a la banda sus papeles protagónicos. Por cierto, imposible no enamorarse de Keely Shaye (supongo que ahí debe haberla visto Pierce Brosnan).





Take on Me

A-Ha (1985)


Un absoluto clásico. Revolucionario por su técnica y con una historia surreal que ha sobrevivido al paso del tiempo. Hoy ya nadie recuerda las "tiras cómicas del periódico", pero en 1985 eran una obligación para chicos y grandes todos los domingos. De niño solía dormirme recreando su historia en mi imaginación y, claro, hacía una adaptación a mis propios sueños de infancia.




Nikita

Elton John (1985)


En una época en la que todo lo que tenía que ver con la URSS era tildado de diabólico, esta historia de amor de Sir Elton de verdad que nos obligó a ver hacia esa parte del mundo de una forma distinta. Hoy es lo más común y corriente del universo, pero a mediados de los 80 pensar en una historia así era casi impensable. La rola es, por cierto, soberbia.




Girls Just Want to Have Fun
Cindy Lauper (1983)

La historia es de lo más simple, pero la simpatía con que está contada, la interacción con la música, incluso los personajes (un luchador es el papá de Cindy), hacen de esta joya del feminismo ochentero un hermoso tesoro que te cuenta únicamente cómo una chica quiere tener control de su vida y hacer lo que le dé la gana. Lo amé de chico, lo sigo amando ahora y lo amaré cuando no me quede aliento.